
La recuperación del sector inmobiliario, aunque no al ritmo deseado, es cada vez más firme. La predilección española por tener un piso en propiedad, el valor de lo “mio”, la equivocada reflexión colectiva de que “alquilar es tirar el dinero”, el acceso al crédito sin seguridad por el deudor han puesto de manifiesto que comprar una vivienda no es la mejor opción en todos los casos, y más habiendo vivido lo de estos últimos años. Según los responsables de Proyecta y Comercialización de Qipert, además de la capacidad económica del comprador, factores como la movilidad laboral y la variación de la situación familiar también son razones para optar por el alquiler.
Mientras que en países como Alemania apostaban por construir viviendas para un alquiler social, en nuestro país se optó por la propiedad mediante viviendas de protección, tendencia que se vio potenciada con la llegada de la democracia. Desde entonces, se han desarrollado políticas fiscales especialmente favorecedoras a la propiedad, muy distantes de las pocas que han favorecido el alquiler. Si analizamos los datos, podemos ver que poco más de un 20% de la población vive de alquiler en España, frente a un 56% en Suiza, un 47% en Alemania y un 43% en Austria. En Reino Unido e Irlanda el porcentaje está en la horquilla del 30-35%. Si enfocamos el alquiler desde los puntos de vista de los dos actores necesariamente implicados, el propietario y el inquilino, los intereses de cada parte son crecientes en la actualidad y deben ir de la mano, en un equilibrio entre oferta y demanda. Es necesario, además, que se desarrollen políticas que favorezcan este mercado.
Frente a quien ya dispone de una propiedad y decide optar para alquilarla, surge la versión de quien decide comprar un inmueble para dicho fin. Y es que, en estos momentos, comprar una vivienda para el uso directo del alquiler se perfila como una buena inversión. Los precios de la burbuja alejaron a los inversores, las rentabilidades vía alquiler eran muy bajas y se elegían otras opciones para obtener mayor beneficio de su dinero. Tal y como recientemente señalaba el Banco de España, en la actualidad la rentabilidad bruta anual de la vivienda en alquiler ronda el 5%.
El impago ha preocupado siempre al arrendador. Esta inquietud ha dado lugar a un auténtico nicho de mercado, apareciendo empresas en el sector que tratan de garantizar al máximo las rentas. Seleccionan inquilinos solventes, consultan sus datos en registros de morosos, estudian la viabilidad del pago de la renta, aseguran el cobro. Es una opción para quien desea minimizar el riesgo. Además, en este nuevo escenario, aparece la figura de las Socimis, clave en el cambio de tendencia. Deberemos acercarnos a algo que nos suena lejano, que es no conocer al propietario. Algo habitual en otros países, o bien por las agencias que intervienen o porque sencillamente los dueños son los accionistas de estas empresas. Estas sociedades representan la auténtica profesionalización del alquiler de vivienda.
Recientemente, en el Salón Inmobiliario Internacional de Madrid (SIMA), se expuso la necesidad que tiene nuestro país de disponer de viviendas en alquiler. Y se insistió en que las propiedades deben tener un estado de conservación óptimo. En definitiva creemos que los pisos de alquiler cada vez tienen que ser de mayor calidad, porque el inquilino debe tener la sensación de que estrena la casa, un axioma que se debe regir en este mercado.
En lo que respecta a los inquilinos, su público mayoritario está formado por las nuevas generaciones. Protagonista de esta demanda creciente, en ocasiones por necesidad y en otras por decisión propia al tratarse de una opción razonable, se opta por el alquiler, y en el camino se van desterrando los prejuicios. Este tipo de usuarios del alquiler ha visto de cerca las consecuencias del estallido de la burbuja en familiares y amigos, y han sacado conclusiones: comprar no es la única opción ni siempre la mejor.
Vivimos en un mundo global, cambiante. La movilidad geográfica dentro y fuera de nuestras fronteras es requisito cada vez más habitual del trabajador. La precariedad laboral no debe ser obviada, y en este sentido, el alquiler ofrece la flexibilidad que el mundo laboral actual exige. Respecto al riesgo, es conocido que no hay cambios significativos en la renta a corto plazo. Estos factores permiten asociar el alquiler a distintos perfiles: el de quien no puede acceder a la compra, que tal vez en otros años hubiera conseguido una hipoteca sin cumplir criterios de solvencia, o el que pudiendo comprar opta por esta opción por diferentes motivos como el desplazamiento, las expectativas de cambios en la familia o porque disponen de otras opciones de ahorro.
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